Cuando al cristiano le han robado
éste, al ladrón ha bendecido,
y se alejó cantando alabanzas.
Un pobre le ha pedido dinero,
sin que nadie notara el gesto,
contento, de lo poco le brindó.
Al ver que alguien algo extravió,
lo devuelve sumando bendición.
No le alcanzó el efectivo,
para comprar lo de su deseo,
y sonriente da gracias al Señor
porque se lo dará luego.
A las mañanas mucho ora,
canta alabanzas y adora.
Camina por la vida,
con paz, sinceridad, y alegría.
Predica de Jesús algunos días,
a los solitarios, en el hospital,
quedándose momentos más,
con los que tienen melancolía.
Aveces llora con los que lloran,
aunque enseguida la esperanza,
muestra sin ninguna duda,
esa preciosa que él abraza.
¡Así es su forma de vida!