Inmenso es Dios,
puede ver el universo,
el fondo del corazón,
y sabe cuando cae del pelo
un herido cabello.
Algunos no lo entienden,
no quieren, o aman lo vano.
Otros simplemente creen,
interesados aprendiendo,
viviendo en su vida la fe.
Él es tan inmenso,
que no ignora ni un suceso,
los hijos, alegres o tristes;
lo amado, y lo que ocurre,
en cada uno, a cada momento.
Está presente su atención,
atento a quién le habla,
aguardando la petición,
mi amado, mi amada:
¡Inmenso es Dios!