Caminante solitario
que ignoran tus manos,
aquellas manos tibias,
amigas; que guían el andar.
Corazón sufrido que callas,
en interno lamento las penas,
desconociendo la sanidad,
del que sana de verdad.
Sediento de justicia,
cuya boca reseca de gritar,
desconoce el que sacia,
y castigo eterno da.
Pecho solitario que buscas,
otro pecho donde reposar,
ignorando donde está,
el que te ama de verdad.
Viajero de este mundo,
que intenta la felicidad hallar,
desconociendo el rumbo,
que a ella haga llegar.
Hay un reino, un lugar,
por Jesús anunciado.
Necesidad de encontrar,
la salvación; el Señor amado.