«Padre, así como Jesús oró para que protegieras a sus discípulos del maligno, te pedimos que también nos protejas a nosotros y a todos nuestros seres queridos.
No queremos tomar decisiones humanas que pueden estar equivocadas. Queremos que tú nos hables y nos enseñes a hacer tu voluntad.
Enséñanos a escuchar con claridad tu voz y a ver tu plan para nosotros. Ayúdanos a entender, aceptar y obedecer tu dirección.
Enséñanos a discernir cuándo estamos bajo ataque del enemigo y a usar las armas de que dispongamos con eficacia.
Te amamos, Señor y nuestro mayor deseo es complacerte. Háblanos al corazón que tu(s) sierva(s) te escucha(n).
Espero(esperamos) en ti.
En el nombre de Jesús. Amén».