“Padre, Tú eres mi refugio y fortaleza en tiempos de angustia. Me sostengo en Ti y deposito en Ti mi confianza. Sé que Tú no me has abandonado. Te alabo porque Tú tienes el poder para cambiar mi vida y rescatarme del pozo en que me encuentro.
Padre, se que Tú levantas a los caídos. Por lo tanto, mi corazón cobra ánimo. Declaro con mi boca que el temor se aleja de mí. Padre, Tú tienes planes de bienestar y paz para mí. Fijo mi mente en Ti, y me aferro a Tu Palabra.
Resisto a todo espíritu opresor en el nombre de Jesús. Me resisto al temor, al desaliento, a la autocompasión y a la depresión. Declaro que estoy libre de opresión por la sangre del Cordero.
Padre, te doy gracias por haberme dado un espíritu de poder y amor, me has dado disciplina y dominio propio. Pon en mi mente la mente de Cristo para que mi actitud mental y espiritual se renueven conforme a Tu Palabra.
Gracias, Padre, porque Tú me liberas de toda obra maligna. Te alabo porque el gozo del Señor es mi fortaleza y mi refugio. En el nombre de Jesús. Amén”.