“Padre, yo reconozco que he pecado, que me he equivocado. Pero está escrito en Tu Palabra que, si confieso con mi boca que Cristo es Señor, y creo en mi corazón que Tú lo levantaste de entre los muertos, seré salvo(a).

Por lo tanto, Padre, confieso que Jesús es mi Señor. Lo hago Señor de mi vida en este momento. Creo en mi corazón que Tú le levantaste de entre los muertos. Renuncio a mi vida pasada con las tinieblas.

Te doy gracias por perdonarme todos mis pecados. Jesús es ahora mi Señor y yo soy una nueva criatura. Las cosas viejas han pasado y ahora todas se vuelven nuevas.

Escribe mi nombre en el Libro de la Vida. Lléname con tu Espíritu Santo.

En el nombre de Jesús. Amén”.